PONGA UNA CORTONA EN SU VIDA
Algunas veces se me va la olla. Pero muchísimo. El otro día, sin ir más lejos, me puse a pensar en las cortinas y en lo poderosas que son. Al fin y al cabo -pensé- son capaces de frenar al mismísimo sol. Y eso que no son más que un trozo de tela colgando. Imagínate si tuviesen músculos o celebro o algo así... ¡lo que serían capaces de hacer las cortinas! Probablemente serían invencibles y viviríamos en un mundo dominado por cortinas que convertirían a los hombres en esclavos... o, aún peor, ¡en esclavos sexuales!. Seguro que más de uno piensa que eso sería imposible. Puede ser, pero aún así, es algo que a mí me preocupa.
Entenderéis, entonces, por qué me entró el pánico cuando leí en un periódico (no gratuito) que había un loco (lo de "loco" lo digo yo) en Cortilandia (no estoy muy seguro de qué es pero estoy seguro de que es un país de la antigua URSS) que había inventado unas cortinas "inteligentes". ¡De verdad, es que hay cada gilipollas suelto por el mundo! ¡Ruso tenía que ser! ¡Y seguro que encima es un rojo-comunista y un homosexual-gay! ¿A quién coño se le ocurre inventar unas cortinas "inteligentes"? ¿Para qué las queremos? ¿Para que nos sometan y nos conviertan en esclavos o, incluso peor, en esclavos sexuales? En fin, que, tras el susto inicial por la noticia, y en cuanto hube superado disgusto, llamé al tipo en cuestión. Encontré su teléfono en la guía de teléfonos... sorprendentemente, Cortilandia está en Alcorcón, dentro de un cortijo (¿Y qué coño pinta un ruso en Alcorcón? me dije). El cortinero-subnormal en cuestión no era ruso sino de Albacete y se llamaba de nombre Periplo (¡¿?!) y de apellido Cortona: "Periplo Cortona, ponga una cortona en su vida", que así rezaba el anuncio, tócate los huevos. La primera llamada no me cogió así que tuve que insistir hasta 4 veces más (en intervalos de a 45 segundos cada uno) hasta que a la quinta me cogió. La conversación fue más o menos así:
Yo (educado) - Buenas tardes.
Entenderéis, entonces, por qué me entró el pánico cuando leí en un periódico (no gratuito) que había un loco (lo de "loco" lo digo yo) en Cortilandia (no estoy muy seguro de qué es pero estoy seguro de que es un país de la antigua URSS) que había inventado unas cortinas "inteligentes". ¡De verdad, es que hay cada gilipollas suelto por el mundo! ¡Ruso tenía que ser! ¡Y seguro que encima es un rojo-comunista y un homosexual-gay! ¿A quién coño se le ocurre inventar unas cortinas "inteligentes"? ¿Para qué las queremos? ¿Para que nos sometan y nos conviertan en esclavos o, incluso peor, en esclavos sexuales? En fin, que, tras el susto inicial por la noticia, y en cuanto hube superado disgusto, llamé al tipo en cuestión. Encontré su teléfono en la guía de teléfonos... sorprendentemente, Cortilandia está en Alcorcón, dentro de un cortijo (¿Y qué coño pinta un ruso en Alcorcón? me dije). El cortinero-subnormal en cuestión no era ruso sino de Albacete y se llamaba de nombre Periplo (¡¿?!) y de apellido Cortona: "Periplo Cortona, ponga una cortona en su vida", que así rezaba el anuncio, tócate los huevos. La primera llamada no me cogió así que tuve que insistir hasta 4 veces más (en intervalos de a 45 segundos cada uno) hasta que a la quinta me cogió. La conversación fue más o menos así:
Yo (educado) - Buenas tardes.
El otro (encendido) - ¿Cómo que buenas tardes? ¡Son las 4 y media de la mañana!
Yo (compungido) - ¡Ah! Perdone, es que yo vivo en Algete y pensé que con la diferencia horaria allí serían por lo menos las 6 de la tarde. No le habré despertado...
El otro (no comments) - No se preocupe. No pasa nada, no me sentaba mal. ¿En qué puedo ayudarle, amigo? (dramatización incluida por el autor; léase. "¿Que si me ha despertado? ¿Acaso es usted gilipollas? ¿Quién coño es y qué cojones quiere?"... Pues sí que maneja bien la lengua de Cervantes el ruso éste, pensé)
Yo (anodino) - Permítame que me presente. Soy Don Periplo Cortona y llamaba para increparle.
El otro (seguro y curioso) - YO soy Periplo Cortona. ¿Increparme por qué?
Yo (insistente) - Bueno, qué importan los nombres. A lo que iba ¿es usted el que ha inventado unas cortinas "inteligentes"? (aunque estaba casi seguro de que a través del teléfono El otro no podía verme, no pude evitar hacer con los dedos el clásico gesto de las comillas mientras decía "inteligentes"... es que eso me gusta muchísimo hacerlo y siempre que puedo... ¡zas! voy y lo hago...¡zas!. Lo de "¡zas!" también me gusta mucho hacerlo).
El otro (engreído) - Yo no, ha sido mi mujer, pero me estoy apuntando yo el tanto.
Yo (alarmado y violento) - ¿Pero es que son ustedes tontos? ¡¡¡No ven que unas cortinas "inteligentes" (vuelvo a hacer el gesto con los dedos) podrían acabar con el mundo tal y como lo conocemos y... ¡zas! someternos a todos como esclavos o, lo que sería peor, como esclavos sexuales!!! (tras este reproche alarmista procedí a explicar con detalle al sujeto en cuestión mis teorías sobre las cortinas y toda la pesca. En varios momentos no pude evitar hablarle muy, muy despacio como si fuese tonto... hasta que el buen tipo consiguió convencerme de que no era ruso).
El otro (abrumado) - Pero, ¿se puede saber de qué está hablando? ¿qué tienen que ver todas esas chorradas pseudoapocalípticas sobre el fin del mundo y la esclavitud sexual con mis cortonas, digo cortinas (disculpe, es que, como tendrá a bien comprender, con este apellido tiendo a confundirme... supongo que tendría que haber elegido otro negocio)?
Yo (sorprendido) - ¿Como que qué tienen que ver? A ver ¿qué tienen esas cortinas para ser "inteligentes"? (de nuevo el gesto con los dedos)
El otro (avergonzado) - En realidad nada. Es más bien un juego de palabras...
Yo (confundido) - Pues no lo pillo. Me lo explique... el juego de palabras.
El otro (derrotado) - Vale, no insista más. Me ha pillado ¡No hay juego de palabras ni nada! Es una burda mentira para vender más. En inglés lo llaman Marketing.
Yo (lúcido y deductivo) - O sea, que las cortinas no son "inteligentes" (repito el gesto)...
El otro (derrotado y humillado) - Pues no.
Yo (condescendiente) - ¡Ah! Entonces no se preocupe, que no va a ser usted el culpable de que se acabe el mundo.
El otro (aliviado) - ¡Uf! ¡Qué alivio! No sabe usted qué tranquilo me quedo. Muchísimas gracias por llamar, me ha quitado un peso de encima.
Yo (humilde) - No se preocupe hombre. Yo soy un hombre de bien. Acostumbro a hacer el bien a los demás y disfruto con ello. Soy una buena persona. Muy buena. Y encima altruista. Por cierto, ya que estamos, podría regalarme unas cortinas. Para compensarme por el favor, más que nada. Además, me vendrían muy bien porque tengo pocas en casa y las cortinas son lo único que puede protegernos del sol. Sin ellas, el sol destruiría el mundo tal y como lo conocemos y nos convertiría a todos los hombres en esclavos o, lo que sería aún peor, en esclavos sexuales.
El otro (agradecido y entregado) - Eso está hecho, hombre. ¿"Ande" se las envío?
Yo (transparente y revelador) - A la calle Celtronimio, 456 - Cortijo nº 9 - Alcorcón 28709 Madrid.
Yo (transparente y revelador) - A la calle Celtronimio, 456 - Cortijo nº 9 - Alcorcón 28709 Madrid.
El otro (extrañado) - ¿Cómo? Pero si yo vivo allí mismo, en el Cortijo nº 9...
Yo (mosca) - ¿Izquierda o derecha?
El otro (rápido) - Centro, que es lo que se lleva ahora.
Yo (suspicaz) - No mienta, YO vivo en el Cortijo 9 - Centro. De hecho ahora mismo estoy aquí, en la cocina, hablando por teléfono.
El otro (estupefacto) - ¡No jooooodas! Si yo también estoy en la cocina hablando por teléfono...
Yo (indagador) - Vamos a ver, ¿cómo se llama usted?
El otro (prudente) - "Periplo Cortona, ponga una cortona inteligente en su vida", para servirle.
Yo (asertivo) - Igual que yo...
El otro (sin dar crédito) - Esto es raro, raro, raro...
Yo (razonando) - Y usted que lo diga. ¿A ver si va a resultar que somos la misma persona...
El otro (comprendiendo) - ... y está usted hablando conmigo mismo?
Yo (sagaz y triunfal) - ¡Exacto!
El otro (divertido) - Moooola, ¿que no? Es casi mágico-trágico.
Yo (impaciente) - Sí, sí, lo que usted diga. Pero bueno, en cualquier caso, usted limítese a mandarme las cortinas tal y como hemos quedado... y déjese ya de rollos, que quiero dormir, que aquí en Alcorcón es ya tardísimo.
El otro (culpable) - De acuerdo. Lo siento. Buenas noches y que usted descanse bien.
Yo (cortante) - Eso, eso, buenas tardes. Ah, y por cierto...
El otro (expectante) - ¿Qué?
Yo (exigente) - Las cortinas que me mande, que sean de esas "inteligentes"... (insisto una vez más con el gesto)
Como veis, al final resultó que estaba hablando conmigo mismo (bueno, aunque en realidad yo no me llamo Periplo Cortona sino Engrudo Sinatro). Y lo peor de todo es que ya ha pasado más de un mes de todo aquello y todavía no he recibido las dichosas cortinas. Con las ganas que tengo de probarlas esas cortinas "inteligentes" (sí, estoy haciendo el gesto otra vez)...
En fin, amigos, que como ya os dije, algunas veces se me va la olla. Muchísimo. Sobre todo con el tema de las cortonas, perdón, cortinas...
He dicho!
Como veis, al final resultó que estaba hablando conmigo mismo (bueno, aunque en realidad yo no me llamo Periplo Cortona sino Engrudo Sinatro). Y lo peor de todo es que ya ha pasado más de un mes de todo aquello y todavía no he recibido las dichosas cortinas. Con las ganas que tengo de probarlas esas cortinas "inteligentes" (sí, estoy haciendo el gesto otra vez)...
En fin, amigos, que como ya os dije, algunas veces se me va la olla. Muchísimo. Sobre todo con el tema de las cortonas, perdón, cortinas...
He dicho!

1 Comments:
Muy muy bueno. Como ya te dije en la Boda de DJ & Candels
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