COMERSE UN OSO
- ¡No me jodas, Pepe! ¿No ves que estoy comiendo?
- Pero es que esto es importante, papá.
- A ver, ¿qué demonios pasa?.
- Hay un malandrín en mi cuarto.
- Imposible. Los malandrines dejaron de existir a principios del siglo pasado, cuando la palabra cayó en desuso.
- Bueno, pues no será un malandrín, pero algo hay.
- Pues primero averiguas lo que es y luego vienes y me lo cuentas.
- Papá
- ¿Qué?
- Ya sé lo que es.
- ¿El qué?
- Lo que hay en mi cuarto.
- Ya lo sé. Digo que el qué es.
- ¡Ah! Es un oso.
- Entonces no preocuparsen. Los osos son algo normal en esta época. ¿No ves que estamos en otoño?
- ¿Me lo puedo comer?
- No.
- ¿Por qué?
- Bueno, si quieres inténtalo.
- Papá.
- ¿Qué?
- ¿Cómo se come un oso?
- Igual que las chirimoyas pero sin pepitas.
- ¿Seguro?
- No, era una broma. Anda, vete a dormir y deja ya de dar por culo.
- Vale.

0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home